Título original
inglés: POPE’S JOHN COUNCIL Michael Treharne Davies (Aagustine Publishig
Company, Devon, 1977)
Tapa de la edición original argentina de Iction.
Pintura de la tapa: “Cristo en el Huerto de los olivos” El Greco,
Domenikos Theotokópulos (1541-1614) (Museo de Bellas Artes, Budapest) Traducción de ésta edición: Ana María Zuleta Revisión: Gustavo Daniel
Corbi © Editorial ICTION – 1981 www.statveritas.com.ar 4
Sobre la
obra y el autor
Michael Treharne Davies (1936-2004), es un autor
apologista católico británico converso del anglicanismo, conocido mundialmente
por su trabajo por la restauración del Rito Latino Tradicional. Autor de obras
fundamentales para la crítica de la reforma litúrgica, militó en los
movimientos tradicionalistas, abriéndose de la Fraternidad San Pío X en 1988,
después de una larga amistad con su fundador, sobre quién escribió la conocida “Apología
pro Marcel Lefebvre”. Por medio de Una Voce International, extendida en
todo el mundo, trabajó incansablemente en defensa de la liturgia y la doctrina
tradicionales. Desarrolla en éste libro, con claridad, y la objetividad de un ―scholar‖ y basado en la impecable
evidencia de los hechos, su tesis sobre la responsabilidad del último Concilio
en la actual ―autodestrucción‖ y desintegración de la Iglesia Católica. Las fuentes citadas
–católico liberales y protestantes en su mayoría– ofrecen un inequívoco
consenso que avala su posición respecto a muchos hechos claves. Por su seriedad
y su extraordinaria documentación de primera agua, “El Concilio del Papa
Juan”, con cuatro ediciones en Inglaterra y otras tantas en los Estados
Unidos, es ya una obra indispensable en toda la bibliografía de base sobre el
Concilio Vaticano II. En sus diversos artículos y obras sobre la Iglesia luego
del Concilio Vaticano II, se encuentra publicado otras dos obras de
documentación sobre la “Revolución litúrgica”: “El ordo divino de
Cranmer” y “La Nueva Misa del Papa Pablo”. La trilogía de ―La
Revolución Litúrgica‖ se compone de: I: ―El Ordo Divino de Cranmer‖ II: ―El Concilio del Papa Juan‖ II: ―La Nueva Misa de Pablo VI‖ 5
EL CONCILIO DEL PAPA JUAN Michael Davies (Segunda
parte de “La revolución litúrgica”) ÍNDICE
ANALÍTICO INTRODUCCIÓN DEL AUTOR I. EL PAPA JUAN ES
INSPIRADO El papa Juan declara que Dios lo inspiró para convocar a un Concilio
Ecuménico. — Falta de entu-siasmo en la Curia. — Los Concilios previos
condenaron los principales errores de su tiempo. — El Vaticano II no ha
producido buenos frutos. — Evidencia de que la Iglesia posconciliar está
comprometida en un proceso de autodestrucción. — Los males que afligen a la
Iglesia surgieron en el Concilio mismo. — El papa Juan no previó en absoluto
los resultados de su decisión de convocar un Concilio. — No pretendía sino un
Sínodo de Roma magnificado. — La mayoría de los Padres compartió las ilusiones
del papa Juan. II. LA IGLESIA ANTES DEL CONCILIO El Papa Juan rinde tributo a
la vibrante vitalidad de la Iglesia preconciliar. Esto se manifestaba no
simplemente en la predicación del Evangelio sino en un interés sin precedentes
por las necesidades materiales de toda la humanidad. — Las debilidades en la Iglesia
preconciliar eran normalmente exageraciones de aspectos válidos de la Fe. —
Dichas debilidades analizadas por Dietrich von Hildebrand. — La doctrina social
católica ampliamente ignorada antes del Concilio. — Considerable espacio para
la renovación litúrgica según los lineamientos sostenidos por el Movimiento
Litúrgico con la aprobación papal. Una quintacolumna modernista existía dentro
de la Iglesia preconciliar. — El Concilio creó el clima para que ésta
emergiera. — Los documentos conciliares no pueden ser absueltos de toda
responsabilidad por la presente crisis. — Esta opinión es ahora compartida por
Dietrich von Hildebrand. III. BLITZKRIEG La mayoría de los obispos no estaba
preparada para el Concilio. — Pocos comprendieron claramente su papel. — Un
grupo de obispos de mentalidad liberal de los países del Rin fueron al Concilio
con un plan definido para reformar la Iglesia de acuerdo con sus propias ideas.
— Los ―expertos‖ (periti) conciliares tuvieron mayor influencia que los
obispos. — El grupo del Rin desbarata el procedimiento de elección establecido
e inicia una campaña para asegurar la elección de sus propios candidatos para
las influyentes comisiones conciliares. — La elección es un triunfo para el
grupo del Rin, que rápidamente se extiende cuando su éxito inicia un movimiento
de adhesión. IV. OPERACIONES DE LIMPIEZA El grupo del Rin se consolida por
medio de un cambio de las normas de procedimiento y se asegura el nombramiento
de sus miembros en más puestos clave. — Tienen lugar elecciones adicionales y
cada candidato ganador es un miembro del Rin; el grupo del Rin logra el control
total. V. TROPAS DE CHOQUE LIBERALES
Los periti son las tropas de choque del grupo del
Rin. — El Vaticano II es el Concilio de los periti. — Los esquemas
preparatorios (borradores de documentos) para el Concilio son desechados a
instancia de los periti. — El cardenal Heenan atestigua que los periti
podían introducir fórmulas ambiguas en los documentos conciliares
oficiales. — Los obispos no se dan cuenta de lo que estaban planeando los
expertos. — El cardenal Heenan teme lo que va a suceder si los periti obtienen
el poder de interpretar el Concilio al mundo. — Los 6
periti se aseguran
este poder consiguiendo el control de las comisiones posconciliares investidas
con el poder de interpretar e implementar los documentos oficiales. — La
importancia del Concilio como un evento que posibilitó a los católicos
liberales de todo el mundo organizarse a sí mismos y planear su campaña. —
Existe ahora un ―magisterio paralelo‖ de los expertos que impone su voluntad a la Iglesia. — La naturaleza
de la conspiración liberal. — Algunos de los periti del Concilio están
ahora entre los más vociferantes opositores a la doctrina católica sobre fe y
moral. — La importancia en la presente crisis de la encíclica Pascendi Gregis
de San Pío X. VI. BOMBAS DE TIEMPO Monseñor Lefebvre previene contra las bombas
de tiempo en los documentos del Concilio. —Ésos son pasajes capaces de una
interpretación modernista después del Concilio. — Un eminente teólogo niega que
dichos pasajes existan. — La opinión de monseñor Lefebvre es confirmada por
voceros de todos los matices de la opinión católica y protestante. — Los
documentos mismos prueban que está en lo cierto. — Para demostrarlo, se
examinan detalladamente pasajes de algunos documentos. VII. LOS PREFABRICANTES
Nunca la prensa había tenido tanta influencia en ningún Concilio como en el
Vaticano II. El padre Bouyer declara que el Concilio se entregó a la dicta-dura
de los periodistas. — Los periodistas liberales fabrican un mito. — Ahora este
mito ha sido generalmente aceptado como la verdadera historia del Concilio. —
Una pequeña élite liberal puede hacer pasar sus propias políticas como opinión
pública. — Los puntos de vista contrarios son excluidos de la prensa del
―establishment‖. — Los obispos y los periti liberales cooperan
estrechamente con los periodistas liberales. — La importancia del IDOC. — Otro
ejemplo de la importancia de Pascendi Gregis.
VIII. EL TRASFONDO DEL PROTESTANTISMO La historia del protestantismo es una
de fragmentación. — Cada protestante es su propio Papa. — El rechazo de la
autoridad papal por los reformadores protestantes inició un proceso que sólo
puede terminar en el Racionalismo. — Sin embargo, muchos protestantes llevan
una vida cristiana ejemplar. — El movimiento ecuménico no es un movimiento
hacia el protestantismo, sino hacia el racionalismo. — El cardenal Heenan
confirma que el racionalismo está ahora exuberante dentro de la Iglesia
Católica. — Liberales católicos y protestantes unidos para prosternarse ante el
mundo. — Consideran que el primer deber de un cristiano es construir un paraíso
en la tierra. — Los errores de la ―teología de la liberación‖. Un diálogo ecuménico con
protestantes ha demostrado ser a la vez inútil y peligroso. — La única
verdadera base para un ecumenismo católico es invitar a los protestantes a
abandonar sus errores y volver a la única verdadera Iglesia fundada por
Jesucristo. IX. PRESIONES PROTESTANTES
Los efectos del Vaticano II excedieron las más
descabelladas esperanzas de los protestantes. — El Concilio marcó el final de
la Contrarreforma. — La satisfacción protestante con el Concilio debe ser una
causa de preocupación para los católicos. — La fuerte influencia protestante
garantizada con el establecimiento del Secretariado para la Unidad Cristiana
como un cuerpo completamente independiente de la Curia. — La presencia de los
observadores protestantes en el Concilio tuvo un efecto inhibitorio sobre los
Padres. — Algunos Padres hicieron discursos en nombre de los observadores. —
Los observadores ejercen considerable influencia detrás de la escena. — Su
in-fluencia puede verse en el lenguaje de los documentos. — Como resultado del
Concilio, la Iglesia Católica se vio arrastrada a una política ecuménica de
apaciguamiento en la que la unidad es buscada a expensas de la verdad. — Por
más que los ecumenistas católicos puedan ser sinceros, sus políticas no pueden
terminar sino en un desastre. — La evangelización ha sido reemplazada por el
diálogo. — A muchos clérigos les parece que el diálogo ecuménico es una
alternativa agradable y sin exigencias para la evangelización. A mayor progreso
del ecumenismo, mayor declinación de todas las denominaciones interesadas. —
Los protestantes declaran que la implicación católica en el movimiento
ecuménico es ahora irreversible. — En lo referente al futuro inmediato esta
opinión puede muy bien ser correcta. — Cambios 7
litúrgicos alabados
por los protestantes. — La Misa en su nueva forma ya no es más causa de
disensión. — Los católicos motivados por su caridad hacia sus hermanos
separados no escatimarán esfuerzos para llevarlos a la comunión con el Vicario
de Cristo. — Ésta es la única base válida para el ecumenismo católico. X. MADRE
DE LA IGLESIA El trato dado a la Virgen durante el Concilio ilustra la magnitud
de la influencia protestante. — Un documento separado sobre Nuestra Señora
encontró la oposición de los protestantes porque reforzaba su importancia. —
Los Padres votan por sólo diecisiete votos, para que se relegue el esquema de
Nuestra Se-ñora a la Constitución sobre la Iglesia. — Los observadores
protestantes expresan su satisfacción de que se haya evitado el desastre. — Los
protestantes objetan el título de Mediadora de todas las gracias. — Se
llega a un compromiso. Se conserva Mediadora pero se suprimen las
palabras de todas las gracias. — Los protestantes objetan el título de Madre
de la Iglesia. — Es suprimido. El papa Pablo declara a Nuestra Señora como
Madre de la Iglesia por su propia autoridad. — Los protestantes y los Padres
liberales se enfurecen. — El Capítulo sobre Nuestra Señora en su forma final
tiene mucho de loable. — A pesar de la magnitud en que sus demandas fueron
aceptadas, los observadores protestantes están lejos de estar satisfechos. XI.
GIRO A LA IZQUIERDA La política del papa Pío XII de enfrentamiento al comunismo
ha sido reemplazada por una de diálogo. Esto dio por resultado continuas
concesiones de par-te de la Iglesia. — Se analiza la táctica comunista de ―la
mano extendida‖. — Los comunistas usan el diálogo como un arma para hacer más fácil
su obtención del poder. — La prueba de que una actitud más simpática hacia el
comunismo puesta de manifiesto por un Concilio ecuménico ayudaría el esfuerzo
de Rusia por conquistar el mundo. — Desde el Concilio, muchos católicos no
simplemente dejaron de oponerse al comunismo, sino que han hecho todo lo que
estuvo en su poder para hacerlo avanzar. — La traición al cardenal Mindszenty.
— Los observadores ortodoxos concurren al Concilio bajo la condición de que no
habría una nueva condenación del comunismo. — La nueva Ostpolitik del
Vaticano se basa en una desastrosa ilusión y ha tenido desastrosos resultados.
— Mediante un proceso de calculado fraude se impide al Concilio condenar el
comunismo ateo. — Ningún católico está obligado a apoyar a la Santa Sede en su Ostpolitik.
— En 1975 se obtiene la evidencia de las segundas intenciones por parte del
Vaticano. — Probablemente, la situación se ha desarrollado más allá del punto
en que un cambio de política pueda tener algún efecto sobre el avance comunista
al poder. XII. ADVERSARIOS PERNICIOSOS El libro del obispo Graber revela la
magnitud de la conspiración masónica contra la Iglesia. — Los li-berales
ridiculizan a todo católico que sugiere que existe una conspiración contra la
Iglesia. — Los liberales son ayudados por los católicos que sufren la manía de
la conspiración. — Los papas han enseñado que el catolicismo y la masonería son
fundamental-mente irreconciliables. — Ningún católico puede ser nunca masón. —
Esta prohibición se halla incorporada al derecho canónico. — Fue revocada en
1974. — Los masones, así como los comunistas, no hacen de sus intenciones
ningún secreto. — No siguen intentando destruir a la Iglesia sino utilizarla infiltrándose
en ella. — El Concilio y la evolución posconciliar han hecho un largo camino
hacia el encuentro con los objetivos masónicos. — Pero algunos masones están
lejos de estar satisfechos con los documentos conciliares. — La importancia de
no ir más allá de la evidencia cuando se afirma la teoría conspirativa. —
Muchos liberales no son siniestros sino tontos. XIII. EL ENIGMA DE PABLO VI
Es necesario estar en comunión con el Vicario de
Cristo para ser miembro del Cuerpo Místico de Cristo. Algunos católicos
manifiestan una comprensible pero exagerada lealtad a la persona del Papa y
actúan como si cada decisión suya fuera inspirada por Dios. — Semejante actitud
es históricamente indefendible. — La infalibilidad no es una asistencia ligada
a la persona del Papa, sino una cualidad inherente a su investidura. — La
primacía del Papa se ejerce sólo cuando su finalidad es la Iglesia universal, e
incluso entonces sólo cuando la 8
enseñanza concierne
a la fe y a la moral. — La idea de que el Papa no puede ser criticado es una
actitud de la posreforma. — Aquéllos que creen que el Papa no puede equivocarse
inventan increíbles teorías para explicar el hecho de que el papa Pablo esté
permitiendo medidas que perjudican a la Iglesia. — La conducta del Papa puede
explicarse a la luz de su adhesión a la filosofía del Humanismo Integral. — La
naturaleza del Humanismo Integral. — El papel de Jasques Maritain. — El papa
Pablo, discípulo de Maritain. — El espíritu del Humanismo integral penetra la
Constitución sobre la Iglesia en el mundo moderno. — El discurso del papa Pablo
en las Na-ciones Unidas, un aval para el Humanismo Integral. — El abbé de
Nantes y el papa Pablo. — El papa Pablo y el comunismo. — El papa no es
procomunista, pero se ha negado a seguir una política anticomunista. — Su
política de diálogo ha promovido los objetivos del comunismo. — El Papa ha
criticado las políticas de algunos gobiernos occidentales. — El Papa y el
modernismo. — Apoya la auténtica doctrina católica en principio, pero permite
que sea socavada en la práctica. — El papa y el protestantismo. — Su ansiedad
por el diálogo ha contribuido al espíritu de falso ecumenismo que está
arruinando a la Iglesia. — Su error al designar a la Iglesia de Inglaterra como
a una ―Iglesia hermana‖. — Condujo negociaciones secretas con los anglicanos durante el
pontificado del papa Pío XII. — Los protestantes esperaban su elección cuando
el papa Juan murió. — Su pedido de disculpas a los protestantes por la
responsabilidad católica por el pecado de cisma es considerado de monumental
importancia. — Sus intervenciones durante el Con-cilio no gustan a los
protestantes. — Es atacado por su Credo y por sus encíclicas Mysterium
Fidei y Humanae Vitae. — Algunas de sus políticas no son de-sarrollos sino
retroceso ante la enseñanza de sus predecesores. — El Pana quiere dialogar con
cualquiera excepto con los católicos tradicionalistas. XIV. CATEGORÍA DE LOS
DOCUMENTOS Debe hacerse una distinción entre los documentos oficiales y el
trasfondo de su promulgación. El Concilio no pretendió que ninguna de sus
enseñanzas fuera infalible. — El Vaticano II es infalible sólo cuando cita
definiciones infalibles anteriores. — El cardenal Heenan explica que el
Vaticano II deliberadamente limitó sus objetivos. — Éstos fueron primariamente
pastorales. — Un católico no tiene derecho a negarse a aceptar la doctrina
conciliar promulgada oficialmente sólo porque no es infalible. — Existe una
considerable diferencia en el grado de asentimiento requerido por los
diferentes pronunciamientos conciliares. — Existen principios acertados que el
católico puede usar rara ayudarse a discriminar. — Nunca podemos ser forzados a
aceptar una interpretación de un documento conciliar en conflicto con la
doctrina tradicional. — Se verá que la mayoría de los abusos posconciliares no
puede ser específicamente justificada por referencia a un documento oficial. —
La mayoría de los abusos deriva de las proclamadas interpretaciones o
implementaciones de los documentos oficiales. — Pero el Concilio no puede ser
absuelto de toda responsabilidad por esos abusos, debido a la atmósfera que
generó y a las deficiencias de varios de sus documentos. Debemos aceptar los
documentos conciliares con prudencia y reserva e interpretarlos a la luz de la
tra-dición. XV. COLOCANDO LAS BOMBAS DE TIEMPO La Comisión Litúrgica estaba
dominada por los liberales. — Las reformas encaradas coinciden no so-lamente
con las demandas protestantes sino con los principios del Sínodo Jansenista de
Pistoya. — También corresponden con los principios de la herejía antilitúrgica
condenada por Dom Guéranger. — La conservación del latín, un punto clave en el
debate. — El cardenal Montini se opone al Canon en vernáculo. — Pocos Padres
imaginan que el latín virtualmente desaparecería de la liturgia. — El Padre
Bouyer declara que la interpretación de la Constitución Litúrgica es una
traición no sólo a lo que quisieron los Padres Conciliares sino al Movimiento
Litúrgico. — Los protestantes y los liberales están muy satisfechos con la
Constitución. — Los liberales obtienen el control de la comisión posconciliar
encargada de implementar la Constitución. — La Constitución es disciplinaria y
no de carácter doctrinal y no involucra la infalibilidad de la Iglesia. XVI.
DESENTERRANDO LAS BOMBAS DE TIEMPO
La Constitución sobre la Sagrada Liturgia (CSL) pudo haber sido el medio de implementar una reno-vación
litúrgica. — Fue usada para iniciar una revolución. — La importancia de la
encíclica Mediator Dei del papa Pío XII. -- La naturaleza de la
liturgia. — Las semillas de la revolución litúrgica se hallan en el prefacio y
en el primer capítulo de la CSL. — Cualquier cambio drástico en los ritos
existentes es contrario a toda la 9
tradición de la
Iglesia. — La declaración de que la liturgia debe ser adaptada a las
circunstancias y necesidades de los tiempos modernos otorga un mandato para una
permanente revolución litúrgica. — La CSL no incluye la palabra
―transubstanciación‖. — Contraste entre la CSL y la encíclica Mysterium Fidei del
papa Pablo. — La necesidad de tener en cuenta ante todo la participación activa
del pueblo también proporciona un mandato para una revolución litúrgica. —
Análisis de otros artículos redactados con vaguedad. — La recomendación de
adaptar la liturgia a los diferentes grupos, regiones y pueblos provee un
mandato adicional para la revolución. — Ya en 1965 algunos sacerdotes dejan de
lado toda restricción y celebran misa a su gusto. — El Consilium encargado
de reformar la liturgia los condena pero no toma ninguna medida efectiva para
prevenir los abusos. — Su política final es legalizar los abusos
incorporándolos a la reforma oficial. — La virtual abolición del latín. — La
CSL ignorada. La destitución del arzobispo Bugnini puede ser una señal de
esperanza. XVII. CALCULANDO EL COSTO Ni el Concilio ni su doctrina acapararon
el interés de los católicos comunes. — Incluso la autodenomi-nada ―intelligentsia‖ tiene a veces un escaso
conocimiento de primera mano de los documentos oficiales. — Una estimación del
costo material del Concilio. — El costo para la vida de la Iglesia nunca puede
calcularse. — ―Cuando crean un desierto, lo llaman una renovación‖. APÉNDICE I: Los Concilios
Ecuménicos de la Iglesia. APÉNDICE II: Cronología del Concilio. APÉNDICE III:
La Prensa y el Concilio Vaticano Primero. APÉNDICE IV: Mitología liberal.
APÉNDICE V: Sillonismo. APÉNDICE VI: Salieron sobre Maritain. APÉNDICE VII: La
herejía antilitúrgica. APÉNDICE VIII: Los frutos del Vaticano II. ABREVIATURAS
BIBLIOGRÁFICAS LISTA DE PUBLICACIONES RECOMENDADAS ÍNDICE DE TEMAS Y NOMBRES
ÍNDICE GENERAL. 10
DEDICATORIA Con respeto y gratitud dedico este libro al Arzobispo Marcel Lefebvre
y a todos los miembros del Grupo Internacional de Padres (Coetus
Internationalis Patrum) que lucharon para sostener la Fe católica tradicional a
lo largo del Concilio Vaticano II. INTRODUCCIÓN La entusiasta acogida
que tuvo Cranmer's Godly Order me provocó no poca inquietud al presentar
este segundo trabajo. Gran cantidad de los que me escriben cartas amistosas
respecto del primer tomo de la trilogía, expresan lo mucho que esperan del
segundo de ellos. Es mi sincero deseo que no se vean defraudados. No espero que
disfruten con El Concilio del Papa Juan; su contenido no es para
complacer a ningún católico devoto. En la página 23 cito al Padre Louis Bouyer
cuando asegura que, a menos que seamos ciegos, debemos admitir que lo que
presenciamos no es la esperada regeneración del catolicismo sino su acelerada
descomposición. Mi intención ha sido proporcionar una explicación documentada y
objetiva del hecho de que la Iglesia de Occidente verdaderamente esté
desintegrándose, y de que la responsabilidad de esa desintegración deba
situarse a las puertas del Segundo Concilio Vaticano. En lo posible, he tratado
de minimizar la expresión de mis ideas personales, a las que espero no se les
otorgue ningún énfasis especial. La mayoría del material de El Concilio del
Papa Juan consiste en hechos evidentes o en opiniones de hombres de la
estatura de Dietrich Von Hildebrand, las que no pueden desecharse a la ligera.
Se hallará también que la mayoría de las personas citadas son católicos
liberales u observadores protestantes. De ningún modo ha sido necesario
recurrir a las fuentes tradicionalistas para probar mi tesis. Como ejemplo
citaré una obra que leí por vez primera cuando este libro había sido enviado ya
a la imprenta, excepto esta introducción, y por lo tanto no pude citarlo dentro
del texto. Three Popes and a Cardinal es una obra de Malachi Martin, ex
jesuita y profesor en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma. Fue un íntimo
colaborador del Cardenal Bea durante el Concilio, ha escrito varios trabajos
eruditos y ¡jamás ha sido sospechoso de tener simpatías tradicionalistas! Con
respecto a la desintegración de la Iglesia, Malachi Martin comenta en el
prefacio que: Mucho antes del año 2000 ya no existirá ninguna institución
religiosa que pueda reconocerse como la Iglesia Católica Apostólica Romana de
hoy día... Más bien habrá, en lugar de la Iglesia que conocemos, una serie de
“iglesias” independientes, además de un núcleo central congregado alrededor del
obispo de Roma... Pero ni podremos llamarlas realmente iglesias. No habrá
autoridad central para la enseñanza y la jurisdicción. Habrá una similitud
general —pero virtualmente nominal— entre todos los grupos. No existirá ningún
control centralizado, ninguna uniformidad en la enseñanza, ni universalidad en
la práctica del culto, en las oraciones, en el sacrificio y en el sacerdocio.
Esos grupos no poseerán iglesias, ni catedrales, ni escuelas, ni conventos, ni
monasterios, ni seminarios, ni nada similar. Ni los desearán. No los
necesitarán (págs. VII y VIII). No resulta exagerado afirmar que la
situación que profetiza Malachi Martin ya se ha concretado en tales países como
Holanda y que ya está en marcha inclusive en los EE. UU. de América, el bastión
más fuerte de la Iglesia en Occidente antes del Vaticano II. Las estadísticas
del Apéndice VIII revelan la extensión de la decadencia en los EE. UU.,
Inglaterra y Gales, Francia, Holanda e Italia. Malachi Martin es también claro
acerca de la causa de la situación que predice: “El punto de ruptura o
aurora de este vasto cambio sobrevino con el Concilio Vaticano II (1962-1965).
Fue la situación que proporcionó la apertura”. (IX)
Deseo que uno de los efectos positivos de El
Concilio del Papa Juan sea colocar en su perspectiva correcta la
controversia en torno a Monseñor Lefebvre. Este santo prelado ha sido objeto de
gran cantidad de informaciones inexactas en la prensa laica y de una campaña de
deformación y denigración sistemáticas en algunos órganos de la prensa
católica. Sus enemigos consideran que han probado su culpabilidad por un
pecado, que clama venganza al cielo, simplemente por el hecho de que Monseñor
Lefebvre ha criticado al Vaticano II y las subsiguientes reformas y
orientaciones dirigidas a implementar el Concilio. Sus enemigos jamás se han
atrevido a refutar sus críticas, y mucho menos a permitir que el público
católico se entere cuáles son esas críticas. Monseñor Lefebvre es un sucesor de
los apóstoles, un obispo consagrado para defender la 11
verdad de Dios, y
si él considera que hay deficiencias en los documentos conciliares, es su deber
ante Dios hacer públicas sus dudas. Debe señalarse también, como lo mostrará
este libro, que Monseñor Lefebvre fue miembro de la Comisión Central
Preparatoria del Concilio. Estuvo familiarizado con todos los Esquemas originales
(borradores de documentos), que se arrojaron al cesto de desperdicios a
instancias de los periti (expertos) liberales, en favor de los nuevos
esquemas que ellos mismos redactaron: Nadie más competente que Monseñor
Lefebvre para formular una crítica objetiva de los documentos y reformas
conciliares, y si sus observaciones son exactas no hay que acusarlo a él, sino
a todos los otros obispos del mundo por no haberlo acompañado. Es mejor quedar
solo y fiel a la verdad que abandonarla para acompañar a la mayoría. Esta
situación ya tiene precedentes en la historia de la Iglesia. Sólo un apóstol
permaneció con la Virgen al pie de la Cruz, y no fue San Pedro. Atanasio se
enfrentó no tanto contra el mundo, contra mundum, como contra los
obispos del mundo, hasta el punto de que el papa Liberio confirmó su
excomunión, pero luego el mismo papa tuvo que retractarse y arrepentirse. Hoy
Atanasio es un santo y ¿quién se acuerda de los otros obispos de la época? Los
lectores advertirán algunas reiteraciones en este libro. En mi esfuerzo por
hacer cada capítulo lo más independiente posible he citado algún material
importante en más de una ocasión en que pude hacerlo con brevedad. Algunos
documentos de índole más técnica o suplementaria se han consignado como
apéndices, pero no debe considerárselos como menos interesantes o importantes
que los que contiene el cuerno del libro. Uno de los más interesantes es el
Apéndice III, sobre la labor periodística durante el Primer Concilio Vaticano,
extraído de obras del Cardenal Manning; uno de los más importantes es el
artículo del profesor Louis Salieron, sobre Humanismo Integral, reproducido en
el Apéndice VI. Como en el caso del primer tomo, agradecería que me hicieran
llegar comentarios o críticas. Los únicos errores de Cranmer's Godly Order fueron
tipográficos y serán corregidos en ediciones posteriores. Algunos lectores se
preguntarán por qué este libro no lleva imprimatur, y en el caso de
haberlo solicitado, si me lo negaron. La respuesta es que como me negaron el imprimatur
para Cranmer's Godly Order, con la sola excusa de que ni el Censor
ni el Obispo correspondientes aprobaban al sacerdote a quien dediqué la obra,
no había razón, pues, para que me sometiera a semejante farsa por segunda vez.
Este incidente tiene valor como epítome en miniatura del ―espíritu del Vaticano
II‖. No obstante, el
original fue revisado por una cantidad de sacerdotes calificados que me
aseguraron que no contiene ningún error doctrinal o moral. Querría consignar mi
agradecimiento por su ayuda, pero no los nombraré porque sería una ingratitud a
su gentileza señalarlos ante sus perseguidores. Debo agradecer al Profesor
Salieron por permitirme reproducir el artículo contenido en el Apéndice VI, y a
Geoffrey Lawman por su excelente traducción en tan corto tiempo.
Agradezco por segunda vez a Bernadette Keenan por
la ilustración de la tapa, que resume lo que mi obra quiere comunicar con mucha
mayor efectividad que lo que pudiera yo escribir1. Si algún lector se sintiera abatido después de la lectura,
quisiera reiterarle mi confianza en que las Puertas del Infierno jamás
prevalecerán contra la única Iglesia de Cristo fundada sobre la roca de Pedro,
aunque violentas borrascas parezcan sumergirla por un tiempo y el propio Pedro
aparente tambalear. Escribo esto en la Fiesta de Nuestra Señora del Santo
Rosario, en 1976, instituida por San Pío V en 1571 para conmemorar la salvación
de la Europa católica por medio del rezo del rosario. ¿Será el rosario el arma
espiritual que nuevamente salve a la Iglesia, cuatrocientos años después? El rosario,
al menos, es algo que no podrán quitarnos. Regina sacratissimi Rosarii, ora
pro nobis. Michael Davies
1 El autor se refiere,
evidentemente, a la portada de la edición inglesa. (N. del E.) 12