Benedictus XVI

Joseph Ratzinger

19.IV.2005

-

28.II.2013


Cardeal Joseph Ratzinger :“A verdade é que o próprio Concílio não definiu nenhum dogma e conscientemente quis expressar-se em um nível muito mais modesto, meramente como Concílio pastoral; entretanto, muitos o interpretam como se ele fosse o super dogma que tira a de todos os demais Concílios". (Cardeal Joseph Ratzinger, Alocução aos Bispos do Chile, em 13 de Julho de 1988, in Comunhão Libertação, Cl, año IV, Nº 24, 1988, p. 56).
Cardinal  Joseph  Ratzinger

FROM SELF-CRITICISM TO SELF-DESTRUCTION

"Certainly, the results [of Vatican II] seem cruelly opposed to the expectations of everyone, beginning with those of Pope John XXIII and then of Paul VI: expected was a new Catholic unity and instead we have been exposed to dissension which---to use the words of Paul VI---seems to have gone from self-criticism to self-destruction. Expected was a new enthusiasm, and many wound up discouraged and bored. Expected was a great step forward, and instead we find ourselves faced with a progressive process of decadence which has developed for the most part precisely under the sign of a calling back to the Council, and has therefore contributed to discrediting for many. The net result therefore seems negative. I am repeating here what I said ten years after the conclusion of the work: it is incontrovertible that this period has definitely been unfavorable for th Catholic Church."

L'Osservatore Romano (English edition),
24 December 1984

terça-feira, 30 de abril de 2013

Cardenal Ratzinger : “Para el católico practicante normal son dos los resultados más evidentes de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II: la desaparición del latín y el altar orientado hacia el pueblo. Quien lee los textos conciliares puede constatar con asombro que ni lo uno ni lo otro se encuentran en dichos textos en esta forma.




Cardenal Ratzinger: la liturgia, el latín y el Misal de San Pío V

Que la orientación del sacerdote y de los fieles durante la celebración del Santo Sacrificio del Altar sea la misma es lo que caracteriza a la Misa Tradicional. Transcribimos, a este respecto, el prólogo íntegro que el Cardenal Ratzinger escribió para el libro del P. Uwe Michael Lang, “Vueltos al Señor. La orientación de la oración litúrgica” (los destaques son nuestros):

“Para el católico practicante normal son dos los resultados más evidentes de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II: la desaparición del latín y el altar orientado hacia el pueblo. Quien lee los textos conciliares puede constatar con asombro que ni lo uno ni lo otro se encuentran en dichos textos en esta forma.

"A la lengua vulgar, por supuesto, había que darle espacio, según las intenciones del Concilio (1) sobre todo en el ámbito de la liturgia de la Palabra pero, en el texto conciliar, la norma general inmediatamente anterior dice: «Se conservará el uso de la lengua latina en los ritos latinos, salvo derecho particular» (2).

"El texto conciliar no habla de la orientación del altar hacia el pueblo. Se habla de esta cuestión en instrucciones posconciliares. La más importante de ellas es la Institutio generalis Missalis Romani, la Introducción general al nuevo Misal romano de 1969, donde en el número 262 se lee: «Constrúyase el altar mayor separado de la pared, de modo que se le pueda rodear fácilmente y la celebración se pueda hacer de cara al pueblo [versus populum]» .

La introducción a la nueva edición del Misal romano de 2002 ha tomado este texto a la letra, pero al final añade lo siguiente: «es deseable donde sea posible». Muchos ven en este añadido una lectura rígida del texto de 1969, en el sentido de que ahora existe la obligación general de construir «donde sea posible» los altares de cara al pueblo. Esta interpretación, sin embargo, fue rechazada por la competente Congregación para el Culto Divino el 25 de septiembre de 2000, cuando explicó que la palabra «expedit» [es deseable] no expresa una obligación, sino un consejo.

Hay que distinguir lo que dice la Congregación la orientación física de la espiritual. Cuando el sacerdote celebra versus populum, su orientación espiritual debe ser siempre versus Deum per Iesum Christum [hacia Dios por Jesucristo]. Dado que ritos, signos, símbolos y palabras no pueden nunca agotar la realidad última del misterio de la salvación, se han de evitar posturas unilaterales y absolutas al respecto.


"Es una aclaración importante porque evidencia el carácter relativo de las formas simbólicas exteriores, contraponiéndose de este modo a los fanatismos que por desgracia en los últimos cuarenta años han sido frecuentes en el debate en torno a la liturgia. Pero al mismo tiempo ilumina también la dirección última de la acción litúrgica, que no se expresa nunca completamente en las formas exteriores y que es la misma para el sacerdote y para el pueblo (hacia el Señor: hacia el Padre por Cristo en el Espíritu Santo).

La respuesta de la Congregación, pues, debería crear un clima más tranquilo para el debate; un clima en el que pueda buscarse la manera mejor para la actuación práctica del misterio de la salvación, sin condenas recíprocas, escuchando con atención a los demás, pero sobre todo escuchando las indicaciones últimas de la misma liturgia.

Tachar apresuradamente ciertas posturas como “preconciliares”, “reaccionarias”, “conservadoras”, o “progresistas” o “ajenas a la fe”, no debería admitirse en la confrontación, que debería dejar espacio a un nuevo y sincero compromiso común de cumplir la voluntad de Cristo del mejor modo posible.

"Este pequeño libro de Uwe Michael Lang, oratoriano residente en Inglaterra, analiza la cuestión de la orientación de la oración litúrgica desde el punto de vista histórico, teológico y pastoral. Y haciendo esto, vuelve a plantear en un momento oportuno creo yo un debate que, a pesar de las apariencias, no ha cesado nunca realmente, ni siquiera después del Concilio.

"El liturgista de Innsbruck Josef Andreas Jungmann, que fue uno de los arquitectos de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia del Vaticano II, se opuso firmemente desde el principio al polémico tópico según el cual el sacerdote, hasta ahora, había celebrado "dando la espalda al pueblo" . Jungmann subrayaba, en cambio, que no se trataba de dar la espalda al pueblo, sino de asumir la misma orientación que el pueblo.

La liturgia de la Palabra tiene carácter de proclamación y de diálogo: es dirigir la palabra y responder, y, por consiguiente, quien proclama se dirige a quien escucha y viceversa, la relación es recíproca. La oración eucarística, en cambio, es la oración en la que el sacerdote hace de guía, pero está orientado, con el pueblo y como el pueblo, hacia el Señor. Por esto, según Jungmann, la misma dirección del sacerdote y del pueblo pertenece a la esencia de la acción litúrgica.

Más tarde Louis Bouyer otro de los principales liturgistas del Concilio y Klaus Gamber, cada uno a su manera, retomaron la cuestión. Pese a su gran autoridad, tuvieron desde el principio algunos problemas para hacerse oír, pues era muy fuerte la tendencia a poner en evidencia el elemento comunitario de la celebración litúrgica y a considerar por eso que el sacerdote y el pueblo debían estar frente a frente para dirigirse recíprocamente el uno al otro.

"Es una aclaración importante porque evidencia el carácter relativo de las formas simbólicas exteriores, contraponiéndose de este modo a los fanatismos que por desgracia en los últimos cuarenta años han sido frecuentes en el debate en torno a la liturgia. Pero al mismo tiempo ilumina también la dirección última de la acción litúrgica, que no se expresa nunca completamente en las formas exteriores y que es la misma para el sacerdote y para el pueblo (hacia el Señor: hacia el Padre por Cristo en el Espíritu Santo).

La respuesta de la Congregación, pues, debería crear un clima más tranquilo para el debate; un clima en el que pueda buscarse la manera mejor para la actuación práctica del misterio de la salvación, sin condenas recíprocas, escuchando con atención a los demás, pero sobre todo escuchando las indicaciones últimas de la misma liturgia. Tachar apresuradamente ciertas posturas como "preconciliares","reaccionarias", "conservadoras", o "progresistas" o "ajenas a la fe", no debería admitirse en la confrontación, que debería dejar espacio a un nuevo y sincero compromiso común de cumplir la voluntad de Cristo del mejor modo posible.

"Sólo recientemente el clima se ha vuelto más tranquilo y así, quienes plantean cuestiones como las de Jungmann, Bouyer y Gamber ya no son sospechosos de sentimientos "anticonciliares". Los progresos de la investigación histórica han dado más objetividad al debate, y los fieles intuyen cada vez más lo discutible de una solución en la que a duras penas se advierte la apertura de la liturgia hacia lo que le espera y hacia lo que la transciende.

En esta situación, el libro de Uwe Michael Lang, tan agradablemente objetivo y nada polémico, puede ser una ayuda preciosa. Sin la pretensión de presentar nuevos descubrimientos, ofrece los resultados de las investigaciones de los últimos decenios con gran esmero, dando la información necesaria para poder llegar a un juicio objetivo.

Es digno de mérito el hecho de que se evidencia al respecto no sólo la aportación, poco conocida en Alemania, de la Iglesia de Inglaterra, sino también el relativo debate, interno al Movimiento de Oxford en el siglo XIX, en cuyo contexto maduró la conversión de John Henry Newman. Sobre esta base se desarrollan luego las respuestas teológicas.

"Espero que este libro de un joven estudioso pueda ser una ayuda en el esfuerzo necesario para cada generación de comprender correctamente y de celebrar dignamente la liturgia. Le deseo que encuentre muchos lectores atentos” (3).


– El 18 de noviembre de 1992 en el prefacio del libro "Vueltos al Señor", edición en lengua francesa, del liturgista alemán Monseñor Klaus Gamber, sobre la orientación del sacerdote y los fieles, el Cardenal Ratzinger escribe:

“La orientación de la oración, común a sacerdotes y fieles, cuya forma simbólica era generalmente en dirección al este, es decir al sol que se eleva, era concebida como una mirada hacia el Señor, hacia el verdadero sol. Hay en la liturgia una anticipación de su regreso; sacerdotes y fieles van a su encuentro. Esta orientación de la oración expresa el carácter geocéntrico de la liturgia; obedece a la monición ‘Volvámonos hacia el Señor’ ” (4).


– En otro texto explica que:

“... hay algo que siempre estuvo claro en toda la cristiandad hasta bien entrado el segundo milenio: la orientación de la oración hacia el oriente es una tradición que se remonta a los orígenes y es la expresión fundamental de la síntesis cristiana de cosmos e historia, del arraigo en la unicidad de la historia de la salvación, de salir al encuentro del Señor que viene. En ella se expresa, tanto la fidelidad a lo que hemos recibido, como la dinámica de lo que hay que recorrer”.

“El hombre de hoy tiene poca sensibilidad para esta ‘orientación’. Mientras que para el judaísmo y el islam sigue siendo un hecho incuestionable el rezar en dirección al lugar central de la revelación –hacia Dios que se nos ha mostrado–...” (5)

“La orientación de todos hacia el oriente no era una 'celebración contra la pared', no significaba que el sacerdote ´diera la espalda al pueblo', en ella no se le daba tanta importancia al sacerdote. Al igual que en la sinagoga todos miraban a Jerusalén, aquí todos miran ´hacia el Señor´.

Usando la expresión de uno de los Padres de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia del Concilio Vaticano II, J. A. Jungmann, se trataba más bien de una misma orientación del sacerdote y del pueblo, que sabían que caminaban juntos hacia el Señor. Pueblo y sacerdote no se encierran en un círculo, no se miran unos a otros, sino que, como pueblo de Dios en camino, se ponen en marcha hacia el oriente, hacia el Cristo que avanza y sale a nuestro encuentro” (6).

– Importancia en la liturgia de la postura de arrodillarse de sacerdote y fieles:

“Tal vez sea cierto que el arrodillarse constituya algo ajeno a la cultura moderna, precisamente en la medida en que se trata de una cultura que se ha alejado de la fe y que no conoce ya a Aquel ante el cual ponerse de hinojos es un gesto justo, mejor dicho, un gesto necesario interiormente. Quien aprende a creer aprende a arrodillarse; una fe o una liturgia que no conozcan ya el acto de arrodillarse están enfermas en un punto central. Allí donde se ha perdido este gesto es donde hay que aprenderlo de nuevo” (7).

– La autoridad del Papa no es ilimitada: está al servicio de la santa tradición:

“Tras el concilio Vaticano II se generó la impresión de que el Papa podía hacer cualquier cosa en materia de liturgia (...). Así fue como desapareció, en grandes zonas de la conciencia difusa de Occidente, la noción de liturgia como algo que nos precede y que no puede ser ‘hecho’ a nuestro antojo. Pero de hecho, el concilio Vaticano 1º no pretendió definir en absoluto al Papa como un monarca absoluto, sino, por el contrario, como el garante de la obediencia a la palabra transmitida: su potestad se liga a la tradición de la fe, lo que rige también en el campo litúrgico (...). La autoridad del Papa no es ilimitada: está al servicio de la santa tradición” (8).


– Ruptura en la historia de la liturgia: consecuencias trágicas (autobiografía):

“La promulgación por Pablo VI de la prohibición del Misal de San Pío V que se había desarrollado a lo largo de los siglos desde el tiempo de los sacramentales de la Iglesia antigua, comportó una ruptura en la historia de la liturgia cuyas consecuencias sólo podían ser trágicas” (9)

“… yo estaba perplejo ante la prohibición del Misal antiguo, porque algo semejante no había ocurrido jamás en la historia de la liturgia. Se suscitaba por cierto la impresión de que esto era completamente normal. El misal precedente había sido realizado por Pío V en el año 1570, a la conclusión del Concilio de Trento; era, por tanto, normal que, después de cuatrocientos años y un nuevo Concilio, un nuevo Papa publicase un nuevo misal.


Pero la verdad histórica era otra. Pío V se había limitado a hacer reelaborar el misal romano entonces en uso, como en el curso vivo de la historia había siempre ocurrido a lo largo de todos los siglos. Del mismo modo, muchos de sus sucesores reelaboraron de nuevo este misal, sin contraponer jamás un misal al otro. Se ha tratado siempre de un proceso continuado de crecimiento y de purificación en el cual sin embargo, nunca se destruía la continuidad. Un misal de Pío V creado por él, no existe realmente. Existe sólo la reelaboración por él ordenada como fase de un largo proceso de crecimiento histórico.

La novedad, tras el Concilio de Trento, fue de otra naturaleza: la irrupción de la reforma protestante había tenido lugar sobre todo en la modalidad de ‘reformas litúrgicas’. No existía simplemente una Iglesia católica junto a otra protestante; la división de la Iglesia tuvo lugar casi imperceptiblemente y encontró su manifestación más visible e históricamente más incisiva en el cambio de la liturgia que, a su vez, sufrió una gran diversificación en el plano local, tanto que los límites entre lo que todavía era católico y lo que ya no era se hacían con frecuencia difíciles de definir.

En esta situación de confusión, que había sido posible por la falta de una normativa litúrgica unitaria y del pluralismo litúrgico heredado de la Edad Media, el Papa decidió que el ‘Missale Romanum’, el texto litúrgico de la ciudad de Roma, católico sin ninguna duda, debía ser introducido allí donde no se pudiese recurrir a liturgias que tuviesen por lo menos doscientos años de antigüedad. Donde se podía demostrar esto último, se podía mantener la liturgia precedente, dado que su carácter católico podía ser considerado seguro. No se puede, por tanto, hablar de hecho de una prohibición de los anteriores y hasta entonces legítimamente válidos misales” (10).


– La crisis eclesial en la que nos encontramos depende en gran parte del hundimiento de la liturgia:

“(con la) reforma litúrgica de Pablo VI acaeció algo más que una simple ‘revisión’ del Misal anterior, pues se destruyó el edificio antiguo y se construyó otro, si bien con el material del cual estaba hecho el edificio antiguo y utilizando también los proyectos precedentes. (...) Para la vida de la Iglesia es dramáticamente urgente una renovación de la conciencia litúrgica, una reconciliación litúrgica. (…). Estoy convencido de que la crisis eclesial en la que nos encontramos depende en gran parte del hundimiento de la liturgia” (11).

– (Año 2002) Proscripción de la liturgia válida hasta 1970. Sus devotos, tratados como apestados.

“También es importante para la correcta concienciación en asuntos litúrgicos que concluya de una vez la proscripción de la liturgia válida hasta 1970. Quien hoy aboga por la perduración de esa liturgia o participa en ella es tratado como un apestado, aquí termina la tolerancia. A lo largo de la historia no ha habido nada igual, esto implica proscribir también todo el pasado de la Iglesia. Y de ser así ¿cómo confiar en su presente? Francamente, yo tampoco entiendo por qué muchos de mis hermanos obispos se someten a esta exigencia de intolerancia que, sin ningún motivo razonable, se opone a la necesaria reconciliación interna de la Iglesia” (12).

– Libertad para usar el viejo misal – de San Pío V:

“He abogado desde el principio en pro de la libertad de continuar usando el viejo misal – el misal de San Pío V” (13).

– Inmanipulabilidad de la liturgia:

“Hoy, lo más importante es volver a respetar la liturgia y su inmanipulabilidad. Que aprendamos de nuevo a reconocerla como algo que crece, algo vivo y regalado, con lo que participamos en la liturgia celestial. Que no busquemos en ella la autorrealización, sino el don que nos corresponde” (14).

– Poner término al pisoteo de la liturgia con autoinventos:

“En mi opinión, esto debería ser ante todo y sobre todo un proceso educativo que ponga término al pisoteo de la liturgia con auto inventos” (15).

Palabras finales del Cardenal Ratzinger en la Conferencia pronunciada en Roma, el 24 de octubre de1998 al celebrarse el Xº aniversario de la “Comisión Pontificia Ecclesia Dei”:

“Por lo tanto queridos amigos, yo quiero alentaros a no perder la paciencia, a conservar la confianza y a que toméis de la liturgia la fuerza necesaria para dar vuestro testimonio por nuestro Señor en estos tiempos” (16).


Notas

(1) Cfr. Sacrosanctum Concilium, 36,2.
(2) Sacrosanctum Concilium 36,1.
(3) P. UWE MICHAEL LANG, Vueltos al Señor. La orientación de la oración litúrgica , Catagalli, Siena 2004, 150 págs.
(4) KLAUS GAMBER, ¡Vueltos hacia el Señor!, Ediciones ´Renovación´, Madrid 1996. pág. 7.
(5) JOSEPH RATZINGER, El Espíritu de la Liturgia, una introducción , Ediciones Cristiandad, Madrid 2001, pág. 97.
(6) Id., pág. 102.
(7) Id., pág. 190.
(8) JOSEPH RATZINGER, Introducción al Espíritu de la Liturgia , Ediciones San Pablo, pág. 162.
(9) JOSEPH RATZINGER, Mi Vida, Recuerdos (19271977) , Ed. Encuentro, Madrid 1997, pág 24.
(10) Id., págs. 123124.
(11) Id., pág. 124.
(12) (Joseph Ratzinger, "Dios y el mundo", editorial Sudamericana, mayo 2005, págs. 393-394. La traducción al francés dice "leprosos" en lugar de "apestados" - "Voici quel est notre Dieu", pág. 291. Publication: 3/5/2005. Editeur: Plon. Publication :3/5/2005. Paris. ISBN : 2259202985 324 pages).
(13) JOSEPH RATZINGER, Balance y Perspectivas, en Autor de la cuestión litúrgica ... , págs. 177178.
(14) JOSEPH RATZINGER, "Dios y el mundo", ver nota 12.
15) Id., pág. 393.
(16) JOSEPH RATZINGER - "¿Existe contradicción entre el Nuevo y el Antiguo rito de la Misa?" - Ediciones “Renovación”, Madrid 1998, pág. 9.
Fonte:Una Voce Argentina

quarta-feira, 24 de abril de 2013

Joseph Cardinal Ratzinger,"Certainly, the results of Vatican II seem cruelly opposed to the expectations of everyone...I am repeating here what I said ten years after the conclusion of the work: it is incontrovertible that this period has definitely been unfavorable for th Catholic Church."

THA CHURCH SINCE VATICAN II , BY Michael Davies
FROM SELF-CRITICISM TO SELF-DESTRUCTION:
A QUOTE FROM CARDINAL RATZINGER

The text of this pamphlet was delivered as a lecture in Belfast and Dublin in October 1984. No attempt has been made to adapt the Format to the printed word. Two months later L'Osservatore Romano, the official journal of the Holy See, carried a report of an interview given by Cardinal Joseph Ratzinger, Prefect of the Congregation for the Doctrine of the Faith, which endorses the conclusion of Mr. Davies concerning the effects of Vatican Il in a very dramatic manner. We quote:

FROM SELF-CRITICISM TO SELF-DESTRUCTION

"Certainly, the results [of Vatican II] seem cruelly opposed to the expectations of everyone, beginning with those of Pope John XXIII and then of Paul VI: expected was a new Catholic unity and instead we have been exposed to dissension which---to use the words of Paul VI---seems to have gone from self-criticism to self-destruction. Expected was a new enthusiasm, and many wound up discouraged and bored. Expected was a great step forward, and instead we find ourselves faced with a progressive process of decadence which has developed for the most part precisely under the sign of a calling back to the Council, and has therefore contributed to discrediting for many. The net result therefore seems negative. I am repeating here what I said ten years after the conclusion of the work: it is incontrovertible that this period has definitely been unfavorable for th Catholic Church."

Joseph Cardinal Ratzinger,
L'Osservatore Romano (English edition),
24 December 1984



THE ANGELUS PRESS
1985
Published on the web with permission of the author.

Contents:

FROM SELF-CRITICISM TO SELF-DESTRUCTION: A QUOTE FROM CARDINAL RATZINGER
INTRODUCTION
DEFINITION OF THE CATHOLIC CHURCH
DECLINE AND RENEWAL
CITIZENS OF HEAVEN
THE DIVINIZATION OF MAN
RATIONALISM
PROTESTANTISM
MODERNISM
A SAINT INTERVENES
THE ENCYCLICAL HUMANI GENERIS
MARXISM
DEMOCRACY
OCCULT FORCES
THE EVE OF THE COUNCIL
THE SECOND VATICAN COUNCIL
POPE PAUL VI PROTESTS
THE COUNCIL AS AN EVENT
BISHOP ADRIAN'S TESTIMONY
THE SPIRIT OF VATICAN II
FANTASY VERSUS FACT
THE CRANKS TAKE OVER
NINETEEN EIGHTY-FOUR
THE DEIFICATION OF MAN
THE SATANIC CONNECTION
INEVITABILITY?
CATHOLIC RESISTANCE
THE CONSERVATIVE OPTION
THIS SCHISMATIC IMPASSE
THE CATHOLIC WAY
BACK COVER STATEMENT


source

sexta-feira, 19 de abril de 2013

Card.Piacenza, libro sulla alla promulgazione della Presbyterorum ordinis

Ancora domande...
Continuo a ripetermi di tacere. Ho pensato perfino di smettere di scrivere sul blog; ma poi come si fa a tacere? Mi imbatto nell'ultimo exploit di Tornielli (cultura e grancassa egemone) che rende pubbliche considerazioni del card. Piacenza sulla crisi del clero. Sintetizza un testo di circa 200 pagine edito recentemente da Cantagalli, che occorrerà leggere per vedere se risponde alle domande che ho formulato alla fine, suscitate da questo articolo:
[...] Piacenza riconosce che «soprattutto nei primi decenni immediatamente successivi alla promulgazione della Presbyterorum ordinis, si sono cercate nuove forme di esercizio del ministero sacerdotale che fossero più rispondenti alle esigenze della cultura contemporanea e più efficaci dal punto di vista della missione. Tuttavia, tale ricerca ha purtroppo visto non pochi unilateralismi, che hanno occupato le menti ed i cuori di chi ha lasciato che i criteri del mondo entrassero nell’orizzonte della fede, trovandosi, così, più che con un mondo nuovamente evangelizzato, con una fede, e talvolta perfino con esperienze comunitarie, totalmente mondanizzate».
Il cardinale nel commento rileva come «ogni percorso di autentica riforma non può prescindere, nella Chiesa, dal fondamentale contributo dei sacerdoti. Se è vero che lo Spirito Santo è libero di disegnare, in ogni epoca, il volto della Sposa di Cristo, soprattutto suscitando santi, donne e uomini totalmente pervasi da Cristo e capaci, perciò, di evangelizzare con la propria stessa vita e di rinnovare la Chiesa e il mondo, non di meno, nel concreto e quotidiano esercizio del ministero pastorale, i sacerdoti declinano, per il popolo santo di Dio, quanto la Chiesa universale, ed in essa l’autorità suprema, indica come cammino di necessaria riforma». In questo non facile compito, osserva ancora il Prefetto del clero, «un criterio deve sempre prevalere: quello del bene delle anime. Su ogni possibile modo di attuazione di una riforma, deve sempre regnare sovrana la domanda: “Questo aiuterà la fede? Susciterà un più grande attaccamento a Cristo?"...
«Se questo semplice ed immediato criterio fosse sempre tenuto presente - afferma Piacenza - non ci sarebbero né pericolosi stravolgimenti dottrinalmente infondati, né nostalgici irrigidimenti di dubbia utilità missionaria».
Solo alcune domande:
  1. Quale riforma è ancora necessario fare e perché? Non basta la riforma liturgica di Paolo VI e tutti gli altri stravolgimenti? Sono in grado di vedere l'antropocentrismo di questa riforma e le conseguenze sulla lex credendi insieme a tutto il resto?
  2. Chi prepara sacerdoti che, più che "declinare il cammino di una necessaria riforma" non meglio identificata, sappiano essere dei veri maestri e santificatori?
  3. La salute delle anime non è strettamente legata alla Fedeltà alla Verità che è il Signore?
  4. Chi ci preserva e ci garantisce - e come - da "stravolgimenti dottrinalmente infondati" e da "irrigidimenti di dubbia utilità missionaria"? Quali sarebbero e per quali motivi appartengono all'una o all'altra definizione?
  5. Perché questi discorsi generici, alla fine demagogici, senza mai specificare e motivare le pecche buttate lì, sembrerebbe, al solo scopo di difendere il mitico Concilio? Un esempio di bergoglite che fa scuola?
  6. Da verificare se attribuibile soltanto all'estensore dell'articolo o se non sia una tendenza inarrestabile.

Brunero Gherardini, Rivoluzione e Concilio: 1.Concilio e Sessantotto . 2.La Teologia della Liberazione. 3. La «Nouvelle Théologie»

Brunero Gherardini, Rivoluzione e Concilio: 3. La «Nouvelle Théologie»

Pubblico la terza e ultima parte del testo su Rivoluzione e Concilio di Mons. Brunero Gherardini. Qui la Prima parte: Concilio e Sessantotto - Qui la seconda: La Teologia della Liberazione.
.................................................
(*) Brunero Gherardini, Il Vaticano II. Alle radici di un equivoco, Lindau, 2012, ( p.261-269) [vedi anche]. Dopo il primo: Vaticano II. Un discorso da fare con Supplica al Santo Padre rimasta senza esito e il secondo: Il discorso mancato [vedi anche], questo testo riprende e sviluppa i temi più controversi e ci consegna un'analisi chiara e sapiente dei prodromi e degli sviluppi della crisi che stiamo vivendo.
3. La «Nouvelle Théologie»

È evidente che quando s'imbraccia un mitra o si discetta sulle forme politiche della prassi rivoluzionaria, s'è ben lungi dalla «lieta notizia» d'una predicazione ecclesiale fedele alle precise indicazioni di Cristo. È inevitabile, allora, che ci si chieda come e perché, nel concetto d'una teologia della liberazione, abbia il suo posto e non di second'ordine anche la «guerra guerreggiata». Questa, infatti, e non il fedele ascolto della predicazione ecclesiale, è vista come l'unica condizione per assicurar il primato del pane sulla Parola. E questa fu la ragione che spinse i teorici del predetto primato a farlo dipendere dall'analisi marxiana: la prassi innanzi tutto, poi il resto: la prassi, intendo della liberazione, a qualunque prezzo, poi la sua giustificazione teologica. E poiché una prassi non è cristiana se non è promossa o guidata o comunque consentita dalla gerarchia della Chiesa, lo stesso CELAM scese in campo a legittimare l'accennata distorsione che alla prassi posponeva il giudizio teologico.
A tali eccessi la Nouvelle Théologie, che dalla Francia in breve tempo era sbarcata su tutti i litorali del mondo cattolico, non sarebbe mai giunta. Eppure, non credo che sia stata del tutto priva d'influssi sul costituirsi d'una coscienza rivoluzionaria in genere e latino-americana in particolare. È vero che i vescovi dell'America Latina, per loro stessa confessione[26], non avevano una chiara consapevolezza dei loro stessi problemi; ma proprio questo favorì il realizzarsi d'una prassi pastorale e della successiva riflessione teologica, che preparò la seconda e ben nota conferenza generale dei vescovi latinoamericani (Medellin, agosto 1968) la quale, approfondendo il suo tema «La Chiesa nell'attuale trasformazione dell'America Latina alla luce del Vaticano Il», emancipò quei vescovi dalla loro abituale dipendenza dall'Europa e conferì alle loro popolazioni una nuova coscienza di sé.

È vero che in codesto processo di maturazione popolare non si riscontra, almeno in linea retta, una qualche influenza della Nouvelle Théologie; ma è anche vero che quasi tutti i vescovi di quel momento storico, e segnatamente gli uomini di cui si servirono per affrettare la detta maturazione, provenivan dalle università europee, dove avevan assimilato le correnti più spinte in campo filosofico e teologico: Rahner era il loro nume tutelare; Kung e Schillebeeckx esercitavan un'attrazione fatale con la rivendicazione della libertà a tutto raggio; Congar, Daniélou, Chenu, de Lubac e tutta la famiglia della Nouvelle Théologie eran i grandi maestri, oltretutto circonfusi dall'aureola del martirio loro «inflitto» da Ottaviani e da Pio XII.
Ho già accennato all'origine belga della nuova teologia: il suo terreno di coltura fu il convento domenicano di Le Saulchoir, nei pressi di Tournai; il suo principale promotore, o comunque tra i principali, fu il padre Chenu, «reggente degli studi» di Le Saulchoir dal 1932 e deciso innovatore del metodo teologico, nel senso appunto della Nouvelle Théologie: non più astrattezze formali, ma una riflessione analitica dei segni dei tempi per cogliervi l'incidenza della Fede nella storia[27]. Non stava qui, tuttavia, l'elemento dirompente di questa nuova teologia. Anzi, il saper riconoscer i sintomi d'un disegno provvidenziale che di tutto si serve, perfino dei nostri errori, per ricondurre il corso del divenire storico nell'alveo del bello e del buono - della conversione, per esempio, e della santità - fa parte del giudizio teologico. Non ne fa parte, invece, una scuola teologica che si propone l'appianamento del rapporto conflittuale tra modernismo e Chiesa ed auspica «un approccio della Chiesa al modernismo», non già per riportar i transfughi in seno alla santa madre Chiesa, ma per segnar il cammino alla Chiesa stessa verso le note posizioni moderniste[28]. A Le Saulchoir Chenu ebbe degni eredi e continuatori: Y. Congar, H.-M. Feret ed un ben nutrito manipolo d'allievi e di seguaci. Son nomi da noi già precedentemente incontrati e - specie per quanto riguarda Congar, ispiratore e colonna portante della teologia conciliare - son pure ampiamente ammirati e documentati. Essi costituiscon il braccio domenicano della Nouvelle Théologie, che ebbe l'altro braccio nei gesuiti di Fourvière[29]....

quarta-feira, 17 de abril de 2013

A REFORMA DA REFORMA DA LITURGIA DE S.S.BENTO XVI




























Vaticano II. Un microfono chiuso silenzia il card. Ottaviani. È l'inizio del "nuovo corso".



Vaticano II. Un microfono chiuso silenzia il card. Ottaviani. È l'inizio del "nuovo corso".

Nel suo articolo di oggi Rorate Caeli ci offre l'occasione di rispolverare avvenimenti ed aspetti del Concilio Vaticano II, mettendo in risalto una intervista con Mons. Gherardini: un testimone oculare riporta un semplice fatto che, da solo, mostra più di tante argomentazioni, quanto quello che Gherardini chiama gegen-Geist (contro-spirito) fosse presente già prima del Concilio, affermandosi grazie ad esso.
Trascrivo il testo di Rorate e, di seguito, una interessante recensione del Libro di mons. Gherardini Concilio Vaticano II. Il discorso mancato, nel quale è riportato l'episodio, insieme ad altre considerazioni che completano il discorso, che merita di essere ulteriormente approfondito. Cosa che non mancheremo di fare.

Controllo del microfono al Vaticano II
Una delle questioni centrali riguardanti l'attesa di un accordo tra il Vaticano e la Fraternità San Pio X è il peso del Concilio pastorale Vaticano II ed i suoi documenti. Robert Moynihan, nel suo rapporto sui negoziati, scrive di una visita a monsignor Brunero Gherardini , che ha partecipato al Concilio e vive in Vaticano. Quest' apertura di sguardo pareggia i conti riguardo al Cardinale Alfredo Ottaviani, che ha guidato quella che oggi è la Congregazione per la Dottrina della Fede dal 1959 al 1968. Vale la pena di una lettura veloce. Il Cardinale Ottaviani, senza microfono, fu poi co-autore del più credibile appello fatto a Paolo VI sulla questione liturgica.
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Ogni volta che penso al Concilio, dice [mons. Gherardini], ho sempre una immagine nella mia mente: l'anziano cardinale Alfredo Ottaviani, ormai cieco, intorno agli 80 anni, zoppicante, capo del Sant'Uffizio, e così il primo ufficiale della dottrina della Chiesa, nato a Trastevere da genitori con molti figli, per cui un romano di Roma, dal popolo di Roma, prende il microfono per parlare ai 2.000 vescovi riuniti.
E, mentre egli parla, chiedendo ai vescovi di prendere in considerazione i testi della curia per la preparazione dei quali ha speso tre anni, improvvisamente il suo microfono è stato spento. Egli continuava a parlare, ma nessuno poteva sentire una parola. Poi, perplesso e turbato, smise di parlare, confuso. E i padri riuniti cominciarono a ridere, e poi a tifare ...
"", ha detto Gherardini. "Ed è stato solo il terzo giorno."
"Cosa?" Ho detto.
"il microfono Ottaviani è stato disattivato il terzo giorno del Concilio."
"Il terzo giorno?" Ho detto. "Io non lo sapevo. Ho pensato che fosse accaduto più tardi, nel novembre, dopo che il gruppo progressista divenne più organizzato ..."
"No, era il terzo giorno, 13 ottobre 1962. il Concilio ha avuto inizio l' 11 ottobre."
"Sapete chi ha spento il microfono?"
"Sì," ha detto. "E' stato il cardinale Liénart di Lille, in Francia."
"Ma allora", dissi, "si potrebbe quasi dedurre, forse, che un tale scorretto annullamento del protocollo, rendendo impossibile per Ottaviani sostenere le sue argomentazioni, in qualche modo spiega quello che è venuto dopo, beh, in un certo senso, improprio ..."
"Alcuni sostengono questo argomento," rispose Gherardini.


Qualche notazione su “Il concilio Vaticano II. Il discorso mancato”
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Noi ne abbiamo già parlato qui]

Questo nuovo pamphlet, sempre in linea con i precedenti, fa seguito al volume “Concilio Ecumenico Vaticano II. Un discorso da fare”, definito dall’autore stesso “un appello a chi decide gli orientamenti della Chiesa cattolica, oltre che ai non pochi opinion’s makers i quali, per motivi diversi, talvolta anche discutibili, determinano gli orientamenti del variegato mondo culturale. Un appello perché, a quasi cinquant’anni dall’evento conciliare, si ponesse fine alla sua acritica celebrazione e si sottoponessero i suoi documenti ad un’analisi finalmente libera dall’apriorismo celebrativo ad ogni costo”.

Avendo già esaminato le varie questioni inerenti alla continuità del concilio Vaticano II con la Tradizione, l’autore focalizza l’attenzione sullo spirito con cui iniziò il concilio. Partendo da un punto di vista condiviso, con l’allora Prefetto della Congregazione per la Dottrina della Fede Card. Ratzinger, circa l’esistenza di un contro-spirito, un Gegen Geist, che abbia stravolto il Concilio, l’autore si domanda se le responsabilità siano tutte nel post-concilio oppure se i semi del “contro” possano già ravvisarsi nel concilio stesso.
Il primo “contro”, la prima rottura, può individuarsi, secondo Gherardini, nel rifiuto degli schemi preparatori al Concilio.
“Soprattutto agl’inizi, il dibattito conciliare fu vivace e non raramente rissoso, irrispettoso e perfino spietato, come quando al venerando cardinal Ottaviani, nel corso della sua appassionata difesa della Messa tradizionale, allo scoccare del regolamentare quindicesimo minuto fu spento il microfono e tolta la parola. A quel punto, il Concilio già procedeva per la sua strada: in dichiarata rottura con il secolare magistero, riassunto ed attualizzato negli schemi contestati, ed in piena apertura a metodologie non teologiche, mentalità dialogica, accantonamento d’ogni steccato, disponibilità per il compromesso, con la presunzione che nessuno – dunque, neanche la Chiesa – possedesse la verità: tutta e su tutto. Si stava già operando un capovolgimento che, con l’andare del tempo, si sarebbe fatto sempre più netto: la teologia diventava antropologia ”.
L’apertura indiscriminata al mondo, alle sue ragioni e filosofie, aveva tolto di mezzo la filosofia di S. Tommaso, cercando di conciliare la filosofia esistenzialista con la filosofia dell’essere, su cui tutta la dottrina cattolica si poggia.
“Non so se proprio tutt’i Padri conciliari se ne rendessero conto, ma, obiettivamente parlando, il loro strappo dalla secolare mentalità che, fin a quel momento, aveva espresso la motivazione di fondo della vita, della preghiera, dell’insegnamento e del governo della Chiesa, stava riproponendo la mentalità modernista, contro la quale san Pio X aveva preso netta posizione nell’intento di «ricentrare tutto in Cristo» (Ef 1,10). Anche questo, questo anzi in modo particolare, è gegen-Geist ”.
Tale Gegen Geist, secondo l’autore, si è poi manifestato anche nella dichiarazione Nostra Aetate, in cui,
“pervertendo però il senso di Rm 11,17-24” si sarebbe riesumata la Antica Alleanza, senza scorgere “ nel costante rifiuto di Cristo [..] nessuna controindicazione alla permanenza degli ebrei, carissimi a Dio», nella realtà salvifica dell’Alleanza ”.
Facendo eco al suo libro “Quale accordo tra Cristo e Beliar” (Fede e Cultura), aggiunge:
“Potrei continuare con questi «e», ma non apporterei elementi nuovi circa i rapporti idilliaci che il Vaticano II stabilì con il mondo ebraico, ignorando sul piano teologico ciò ch’esso pensa di Cristo, di Maria e del cristianesimo in genere, e sul piano storico il rilievo di sant’Ignazio d’Antiochia sull’incoerenza dei cristiani che giudaizzano. Se poi allargo l’osservazione a quanto Nostra ætate dichiara sulle altre religioni (2-3), mi diventa assolutamente impossibile trovarci la continuità col passato solo perché tutte le religioni si rivolgon al medesimo Dio. Se una religione considera poco più poco meno che idolatria rivolgersi a Dio in Cristo, diventa assurdo il solo pensiero d’un suo possibile rapporto con la Chiesa cattolica. Nel cui nome, però, il Vaticano II dichiarò il detto rapporto non possibile, ma già in atto, condannando a morte, praticamente, la realtà delle cose e lo stesso spirito missionario”.
Infine, alla domanda su cosa sia il Concilio Vaticano II e su come ci si debba relazionare, Gherardini risponde che
“quanto al Vaticano II, sarebbe assurdo negargli il carattere di magistero conciliare, quindi solenne, non ordinario, perché in tal caso si negherebbe il Concilio stesso. [..]Occorre, tuttavia, distinguere la qualità dei suoi documenti, perché il carattere solenne del loro insegnamento né li mette tutti su un piano di pari importanza, né comporta sempre di per sé la loro validità dogmatica e quindi infallibile ”.
A sostegno della sua tesi, l’autore ricorda il discorso del segretario di Papa Roncalli, Mons. Felici: “Tenuto conto dell’uso conciliare e del fine pastorale del presente Concilio, questo definisce come obbliganti per tutta la Chiesa i soli punti concernenti la Fede o i costumi, che esso stesso abbia apertamente dichiarato come tali. Le altre cose proposte dal Concilio, in quanto dottrina del Magistero supremo della Chiesa, tutti e singoli i fedeli devon accettarle e ritenerle secondo lo spirito dello stesso Concilio, il quale risulta sia dalla materia trattata, sia dalla maniera in cui s’esprime, in conformità alle norme dell’interpretazione teologica”. Spiega Gherardini:
“In pratica, in nessuna delle sue quattro Costituzioni il Vaticano II «definisce come obbliganti per tutta la Chiesa» i propri pronunciamenti dottrinali; in questi è senz’alcun dubbio assente l’intento dogmatico-definitorio che dovrebbe renderli tali, mancando come dottrina propria e specifica del Vaticano II «la materia trattata e la maniera di trattarla». Per contro, soprattutto nella Lumen gentium e qua e là anche altrove, alcune formule classiche, inserite come massi erratici in contesti sicuramente non dogmatici, riecheggiano la modalità dogmatica del precedente Magistero: «Insegniamo, questo Santo Sinodo insegna, proclamiamo». Forse che, con un modo d’esprimersi come questo, il Vaticano II si contraddice? Sicuramente no. Si tratta, infatti, di far capire anche ai non addetti ai lavori che, nonostante tutto, si è dinanzi ad un dettato conciliare, proveniente dal Magistero supremo, da «accoglier e ritenere secondo lo spirito del Concilio stesso». [...] Quanto alle formule di tipo classico presenti nei documenti conciliari e poco sopra rievocate, va tenuto presente ch’esse: – tentano la saldatura del Vaticano II con il Magistero conciliare precedente; – non effettuano la canalizzazione di nuove definizioni e nuovi dogmi nel patrimonio della Fede cattolica; – o più semplicemente riflettono sul Vaticano II una classica tonalità conciliare in funzione promozionale della sua qualità conciliare.”
Per quanto riguarda la
“ riesumazione , da parte del Vaticano II, di dogmi precedentemente definiti[..] in tutti i contesti contenenti, per formale o materiale adesione, una verità dogmaticamente definita, il Vaticano II ne assume di riflesso il valore dogmatico irriformabile infallibile. Ciò non comporta che tutto il Vaticano II sia effettivamente tale e che tale debba esser universalmente riconosciuto; ma che tale è semplicemente ed esclusivamente nella dogmaticità irriformabilità ed infallibilità dei dogmi citati”.
“Nonostante la necessità di ricorrer alla chiarezza per dir le cose come stanno, resta il fatto che il Vaticano II è un Concilio autentico, il cui insegnamento e le cui innovazioni, pur in assenza di valore dogmatico, costituiscono un innegabile magistero conciliare, e quindi supremo e solenne”.
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[Fonte: www.gamroma.it]